viernes, 29 de enero de 2010

Las ovejas vengativas

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Entre los muchos motivos que, por lo común, alteran el necesario descanso de los hombres hay dos que destacan sobre los demás: la depresión de un gran fracaso y la exaltación de un gran éxito.

Para el primero, la naturaleza posee numerosos antídotos: el cerebro colabora con la voluntad para tender una sutil capa de humo que acaba ocultando el recuerdo del descalabro sufrido. Y tarde o temprano el sueño llega como una oportuna medicina.

Pero cuando la alteración viene producida por el éxito, ni la voluntad se presta a tender esa protección ni el entendimiento colabora a ello. Ambos a una, quieren regodearse con la satisfacción recibida, desean gozar con su recuerdo; se niegan a perder el mas mínimo detalle y gustan volver una y otra vez al motivo de su contento.



Se diría que todos los recuerdos del día hacen cola ante la memoria para desear a uno las buenas noches y que no están dispuesto a alejarse sin cumplir este incomodo trámite de cortesía.



Texto: Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena

Imagen: Mia


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